SENTIR LOS ELEMENTOS
ENTREVISTA
Hola amig@,
¿Cómo te sientes hoy? Te propongo un juego: Si tuvieras que definir tu estado con un
elemento, ¿cómo te sentirías?… Tierra, agua, aire o fuego… ¿o quizás te sientes hoy más
etéreo?
Este es exactamente el tema del próximo retiro de Ibiza:
Comprender los 5 elementos para volver al corazón.
Si te interesa el tema estate atento porque en los próximos artículos, profundizaré en cada
elemento con sus correspondientes meditaciones.
Aquí te comparto una entrevista que tuve con el centro de meditación Mandali, con el que
trabajo, en Italia.
¿Qué tienen que ver los elementos con nuestras experiencias personales?
Creo que los elementos, tal y como los experimentamos y vemos en el mundo exterior, no
están separados de nuestra naturaleza interna, son como un espejo. Todos tenemos
fuego, agua, tierra, aire, como parte de nuestra estructura, tanto en nuestro cuerpo físico,
como energético.
Como dice el Tao, «lo que está fuera está dentro, lo que es abajo es arriba», y lo mismo
ocurre con los elementos.
Creo que la forma en que más nos relacionamos con ellos es ese anhelo constante de
equilibrio y armonía en nuestro interior.
Si tiendo a ser fuego-activo, de pensamiento rápido y a veces hasta un poco agresivo,
puede que me acerque al mundo y a mis emociones con mucha energía y en ocasiones con
enfrentamientos.
Si, por el contrario, soy más acuoso, tranquilo y me dejo llevar por la corriente, es probable
que afronte las cosas de forma más relajada.
A menudo hay exceso o defecto de una cualidad, y la sabiduría del cuerpo busca la forma
de encontrar el equilibrio.
Diría que una óptima salud, pasa por la perfecta armonía de todos los elementos en su justa
medida.
¿Qué representa cada elemento para nosotros?
Existen muchas perspectivas que desarrollan este tema. Yo me apoyo mucho en la
medicina china y la filosofía yóguica. Así entrelazando saberes…
EL FUEGO es el elemento de la alquimia, la transformación para el cambio. Está
relacionado con la manifestación y la fuerza de voluntad. En su forma física se ha utilizado
desde siempre para reunir, calentar, nutrir…
Y en su versión psicológica por su cualidad eléctrica, acelera la mente y nuestras
acciones…a veces con tal fuerza que puede volverse agresivo en su exceso, y en su
defecto pasivo y desvitalizado.
EL AGUA es el elemento de la creación, la esencia de la vida, y también representa las
emociones y la limpieza. Su naturaleza es fluir, siempre lleva a alguna parte, se deja ir.
Como un río, está abierta, al igual que nuestras emociones. Armoniza los cambios
constantes de la vida. Si no fluye, se estanca.
LA TIERRA es el elemento de la estabilidad, nuestra base, nuestras raíces y cimientos. Se
representa en los huesos, en la estructura, en nuestra capacidad de supervivencia, la
comida, el trabajo y la vivienda.
Es muy primaria: nuestros instintos, el tacto, el olfato.
Demasiada tierra, al igual que la escasez de agua, si no se mueve, se vuelve rígida.
EL AIRE es la expansión, y también la unidad. Equilibra el elemento tierra, dando espacio y
apertura. Mueve las cosas que estaban estancadas, aportando perspectiva.
Es la vida, es la respiración: cuando inhalas, todo el universo exhala. El aire lo compartimos
todos, al mismo tiempo, en todas partes. Nos conecta con el infinito, los cielos, representa la
conexión entre la tierra y el cielo, y el más allá.
Es fácil ver cómo todos están interconectados y representan cualidades de nuestro mundo
interior.
¿Qué tipo de rituales sencillos podemos probar para integrar esta comprensión?
Cuando somos conscientes de lo que está presente o desequilibrado, podemos utilizar esta
«lógica» interna o conocimiento sobre los elementos para encontrar la armonía.
Por ejemplo, si necesitas más conexión a tierra o centrarte, puedes saltar, sacudir el
cuerpo, creando vibración. Camina descalzo, mira una montaña. Si eres demasiado
reactivo, puede que haya un exceso de fuego, así que ir a un río o estar con agua, tomar un
baño o ducharte con intención, puede ayudar a equilibrarlo.
Se trata de sentir el interior y darse cuenta de lo que hay.
Las visualizaciones también son una herramienta muy poderosa. Puedes tumbarte o
sentarte y visualizar la naturaleza. Imagina que estás en el agua, flotando,
sumergiéndote…Imagina que estás en un gran acantilado con una hermosa vista, sintiendo
la perspectiva, expandiendo la mente. Al visualizar la naturaleza, atraemos la energía y las
frecuencias de los elementos. Tu cuerpo no distingue realidad o ficción y las reacciones
hormonales suceden igualmente recreando ese estado.
¿Qué nos ha hecho olvidar nuestra conexión con el mundo natural?
Básicamente distanciarnos de su ritmo, de sus códigos.Diría que nuestra cultura vive en un
desequilibrio del elemento fuego, en su exceso. A menudo está impulsado por la
manipulación, la productividad y el control, lo que resulta en un enfoque desequilibrado del
capitalismo, la economía y los recursos planetarios.
Ese exceso de Fuego cierra la conexión al corazón, alejàndonos de vivir en armonía con la
naturaleza. La necesidad de crecimiento y expansión laboral, deja poco tiempo para sentir
el ritmo de la naturaleza. Hay quien sólo ve un bosque o siente un abrazo en la pantallas.
¿Por qué sentimos un interés natural por este tema en este momento?
Creo que nuestro interés actual por este tema se debe a que, como humanos, tendemos a
seguir tendencias y temas, pero también estos intereses suelen surgir por una razón.
La pandemia ha desempeñado un papel importante. Nos ha llevado a un punto en el que
reconocemos la urgencia de reconectar, no sólo con la naturaleza estando físicamente en
ella, sino también recordando nuestra sabiduría primordial interior.
Esta sabiduría interior es cada vez más evidente y estamos empezando a comprender su
potencial a través de prácticas como las ceremonias y rituales de la naturaleza. Cuanto más
centramos nuestros pensamientos en estas conexiones, más se manifiestan
energéticamente.
¿Qué herramientas sugieres para conectar con los elementos?
La clave está en la sencillez. Empieza por cerrar los ojos y sentir cómo puedes conectar
con cada elemento. Por supuesto hay técnicas para cada uno, es lo que trabajo en mis
retiros….pero lo sencillo siempre funciona.
Para el agua, concéntrate en tu respiración lenta, alarga tu exhalación, mientras estás cerca
del agua y observas su flujo. Incorpora rituales conscientes dejando un vaso de agua bajo la
luz de la luna y bébelo con amor e intención.
Con el fuego, siéntate tranquilamente frente a una vela y presta atención a la llama mientras
baila y cambia. Incrementa tu atención en la fase de la inhalación y siente que quieres
manifestar en tu vida.
Para el elemento aire, practica respiraciones profundas, imaginando espacios abiertos o
pájaros volando, utilizando largas exhalaciones para calmar tu sistema nervioso. ¡Hay mil
fórmulas!
También puedes conectar con la Tierra sosteniendo una piedra o abrazando un árbol, siente
su estabilidad, su energía de enraizamiento. Visualiza tus raíces conectadas con el árbol y
la Tierra que hay bajo tus pies. Los árboles son un poderoso símbolo de estabilidad y
nutrición de la Tierra. Hacer un huerto por ejemplo, es muy potente, te pone en contacto
directo con los ritmos de la vida.
Recuerda que incluso las prácticas más sencillas pueden ser muy significativas y eficaces
para conectar con los elementos.
¿Cuáles son algunos de tus métodos para ayudar a los demás a conectar con los
elementos y su sabiduría interior?
Comparto aquello de lo que me nutro y me da apoyo. Sigo lo que siento en mi cuerpo, ya
sea la Tierra, el sol o el viento, y ofrezco estas experiencias a quienes resuenan con ellas.
Todo lo que comparto lo he aprendido practicando.
El sonido es mi herramienta principal, ya que permite expandir la conexión en diversas
prácticas como la respiración, el yoga, qigong, la danza, el tantra y la meditación. A veces
utilizo aromas, cacao o visualizaciones. Insisto en que todos entramos a través del cuerpo,
de la forma que sea. Esta cohesión es esencial para mí, ya que garantiza que todo el
mundo pueda acceder a un espacio meditativo centrado en el corazón. Mi trabajo crea
viajes energéticos, donde el sonido es un contenedor esencial, ya que nos permite
cambiar el estado de pensamiento de la mente hacia una experiencia más intuitiva,
sensible y conectada.